
DECONSTRUCCIÓN SENTIMENTAL
Las relaciones de pareja son lineales: hay líneas rectas, curvas, onduladas y quebradas; de algunas no llegamos a ver su final; otras concluyen, abruptamente, con el corte limpio de una bofetada o un insulto o, difuminadas, bajo la bruma de la rutina. Pilar G. Almansa, militante vocacional en lides de género, nos coloca en medio de este diálogo íntimo entre dos personajes innominados en su recorrido, lineal, por las distintas etapas de su relación. En todos los casos hay miedo, inseguridad, dudas y la sombra recortada de atavismos, estereotipos y la alienante definición del amor en su deseo de vaciarse en pos de plenitud.
Pesa mucho el pasado imponiendo comportamientos y actitudes; tanto que una visión contemporánea desorienta y desestabiliza los roles tradicionales. En este trayecto, cada jornada introduce distintas técnicas, sensibilidades y lenguajes. Con un espacio delimitado por luces y sonidos y ocupado por una cama que cobija y estorba, es la palabra, pulida y trabajada, la que como arma se usa instrumentalmente para reivindicar y someter, preguntarse y preguntar en una suerte de duelo a primera sangre en el que ambos son vencidos. La debilidad propia y la de su relación no resisten la convivencia ni la presencia de ese hijo extraño sin papel ni entidad personal.
María Morales, siempre nueva, como siempre, entrelaza su gran técnica y eficacia expresiva con Carlos Troya, creíble en su debilidad al buscar espacios y discursos. Ambos danzan alrededor de esa cama de diálogo, cuerpos, lucha, desencuentro y estupor. Una gran dirección escénica les permite no chocar en tan reducido espacio ni perder rasgos de personalidad defendiendo territorios con su notable dicción, reivindicando el ritmo y el sabor interno de sus papeles con autenticidad. El texto sorprende por su introspección, por la pureza del sentimiento y por la precisión de cada término en la maquinaria de una creación global. La expresión corporal, excelente, limpia toda sospecha en la corporalidad física de su contacto. Pero es la palabra con su juego de metáforas, antítesis y contrastes brillantes la que con un concepto barroco tiñe toda la acción, en parte competición, canción o greguería con sabor a Gómez de la Serna, Quevedo o Gloria Fuertes.
Con la tentación geométrica del círculo, los personajes se plantean un retorno a posiciones previas; el silencio, cómplice o culpable, tímido o arrogante, es su respuesta mutua. En una hora cabe toda la intensidad de una vida en común; aquí, vestida de belleza, nos invitan a sentirla.
Lo mejor: La coreografía interpretativa y verbal.
Lo peor: Se hubieran agradecido unos minutos más para afianzar el estado intermedio de esta relación.
Dirección y dramaturgia: Pilar G. Almansa
Reparto: María Morales y Carlos Troya
Espacio sonoro: Luis Miguel Lucas-Torres
Iluminación: Jesús Antón Díez
Vestuario: Vanesa Actif
Coreografía: Amaya Galeote
Fotografía: Jacobo Medrano
Producción: Pablo Jauralde y La Pitbull