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DESPOJOS DE REALIDAD

Teatro Español

 

Títulos tan absolutos como el que nos ocupa nos devuelven a la edad del asombro. Al igual que en un circo, se nos reta a presenciar hazañas insólitas. Como en un circo, las lentejuelas y los espejos aún brillan con la humildad decadente de un pasado retenido. Desde la primera escena queda claro el contraste entre deseo y realidad, entre sueño y vida.

Araceli, profesora de danza y teatro para niñas, necesita, ante el inevitable e inminente cierre de su academia, convocar a sus antiguas alumnas para entonar su sublime canto del cisne en forma de legado al arte escénico. El resultado de dicha llamada es equivalente a su propio declive físico. Con tributo a la imagen de Alicia Alonso, esta sacerdotisa, esfinge e icono, oficia en su capilla secularizada el descenso a los infiernos privados de los escombros de su inicial parroquia: Maricarmen y Sofía, convencionales y vulgares, son lo único que queda. Cada una se redime al revivir, en paralelo, su pasado en un presente sin futuro.

José Troncoso desgrana su manifiesto ético y estético en esta obra redonda en su perfección, con aristas de dolor y renuncia y brochazos de ternura cruel. Se sirve de un reparto tan excepcional como diverso en su riqueza: Belén Ponce de León, Alicia Rodríguez y Ana Turpin encarnan este trío de perdedoras con una entrega y convicción que sólo la vocación y el amor explican, cada una en su aparente nicho que la vida, por puro azar, se encarga de comunicar. Se juega con el tiempo, con la sabia y fluida incorporación de recursos dramáticos, con la rebeldía ante la enormidad de la consciencia propia que borra las magnitudes humanas, con la borrachera del juego escénico, con la repetición obsesiva de sentencias, con un humor que se desarma ante la intensidad de una vida fallida pero que aún late y respira. Un ritmo ágil y seguro y una dirección sutil y coherente nos deslizan por los peldaños de este periplo al interior del alma humana. La Estampida, con la serenidad de su fe ciega en apuestas seguras, produce artesanalmente esta criatura, heredera de aquellas Princesas del Pacífico que aún vibran en nuestros corazoncitos. 

Aunque no se pueda volver atrás, aunque el destino nos tenga reservado lo nunca visto, se ha de creer en la emoción y el poder transformador del teatro. Sólo con su magia inefable la redención de los errores y el dolor es posible. Aquí hay mucha terapia de la buena, de verdad.

 

Lo mejor:  El emocionante homenaje a lo cotidiano.

Lo peor:  No verla

 

Dirección y Dramaturgia

José Troncoso

Reparto:

Belén Ponce de León
Alicia Rodríguez
Ana Turpin

Ficha artística:

Iluminación Juanan Morales  
Escenografía Juan Sebastián Domínguez
Diseño de vestuario y caracterización Miguel Ángel Milán 
Fotografía y Audiovisual Susana Martín
Ayte. Dirección Borja Roces
Productor Ejecutivo Kike Gómez