USHUAIA
A veces los nombres propios, por su valor simbólico, se convierten en comunes. Ushuaia, en la pluma bien cortada de Alberto Conejero, constituye uno de estos casos. Se opta por los confines de la tierra para ubicar acciones terminales, búsquedas y encuentros, vida y muerte, temas tan universales y eternos.
Alberto Conejero juega con el valor de la identidad propia y asumida, con el significado de la autenticidad, con el peso de la culpa. Su sólida formación clásica le permite deambular por el territorio mítico de otras civilizaciones que también son la nuestra. Sus referencias y citas literarias son adecuadas para sustentar el peso de un planteamiento basado más en la idea que en la acción.
Hay una compleja arquitectura dramática, hay suspense, hay elementos exóticos que facilitan la credibilidad de tanto extremismo, hay medios técnicos; hay, en fin, una variedad de ingredientes en este plato que debería saber a evocación, a plenitud, a …
Con un sonido imperfecto, con unos incómodos (y eficaces) medios audiovisuales que recrean con exceso la inquietante atmósfera de quien se aproxima a la pérdida, con momentos interpretativos que no logran transmitir tensión, solemnidad ni dramatismo, con un argumento poco novedoso y con giro efectista innecesario en el que es difícil brillar, se enfría el resultado de una apuesta loable, de un texto pulido, de unas músicas exquisitas y de una escenografía a la altura de este templo del arte. Algunos de estos males pueden ser fruto de un estreno, pero hay un hecho que no se ha de dejar pasar por alto: la labor de dirección está en manos de Julián Fuentes Reta, cuyo nombre nos remite a aquella joya : “Cuando deje de llover” . La riqueza de un texto y la profundidad de su mensaje nos llegan a través de los actores y éstos son reflejo de la voluntad del director; por eso choca que una de las actrices, Olivia Delcán, desdibuje la belleza de Rosa, un personaje de peso. No se duda de sus aptitudes como actriz, sí de su actuación. Estamos hablando de las tablas del Teatro Español.
Alessio Meloni, afortunadamente omnipresente en la escena madrileña, nos ofrece con una rotundidad exquisitamente ensoñadora lo que se convierte en un personaje más : la propia Ushuaia, alejada, perdida, solitaria, refugio de la memoria fustigadora de un hombre que necesita el sosiego de su propia consciencia. Ese hombre es Mateo, interpretado por un José Coronado pletórico de la sobriedad y empaque que requiere un personaje tan complejo. A su lado Ángela Villar y Daniel Jumillas resuelven con soltura sus interpretaciones y sobresalen en una de las escenas más complicadas del montaje y tan bien resuelta. Aquí si hay que reconocer a Julián Fuentes Reta al brindar al espectador una magistral bilocación argumental para convertirnos en vouyers privilegiados del espacio y el tiempo .
Y no podemos terminar sin volver a felicitar al director por una de las bajadas de telón más hermosas, poéticas, bellas y estremecedoras que se han visto últimamente en un escenario. En definitiva, y a pesar de alguna nube en el horizonte, merece la pena disfrutar de este paisaje teatral tan íntimo, tan revelador, tan Ushuaia.
Dirección
Julián Fuentes Reta
Intérpretes
José Coronado
Ángela Villar
Olivia Delcán
Daniel Jumillas
Ficha artística
Escenografía: Alessio Meloni
Iluminación: Joseph Mercurio
Vestuario: Berta Grasset
Audiovisuales: Néstor Lizalde
Música y espacio sonoro: Iñaki Rubio
Ayudante de dirección: Jorge Muriel
Una producción del Teatro Español
Yo tengo ganas de verla Antonio.Tienen buena pinta ,yo la que he visto ha sido su prima lo digo por que es en el mismo teatro Furiosa Escandinavia y tengo que decir que es flipante, alucinante,grandiosa no te la pierdas.Los cuatro actores de quitarse el sombrero sin hablar de escenografía ,música ,iluminación y dirección.Recomendable al 200%
Buenos días. El pasado viernes asistimos a la representación de esta obra, que debo reconocer me sorprendió en cuanto a la interpretación de José Coronado, que era la primera que lo veía en teatro.Me gustó aunque le note como si dijéramos algo «contenido» en su papel, no se si por necesidad del personaje o bien por su interpretación.No me gustó el «efecto estéreo» de los micrófonos de los actores, que en alguna ocasión recordaban la visión de una película de cine.Original escenografía que encontré llena de simbología con diferentes elementos del decorado.Sobresalió la interpretación del protagonista y me pareció desigual la del resto de actores.
En conclusión excelente relato con matices «cinematográficos» pero que nos gustó y dejó satisfechos, pasando una buena tarde de teatro.