Criatura

CRIATURA

• Sábados y domingos 7, 8, 14, 15, 21, 22, 28 y 29 de enero
• Hora 20:00h
• Precio: 12€ anticipada // 14€ taquilla                                                                                          NAVE 73

Hay términos que inspiran ternura, incluso riman con ella. “Criatura” es uno de ellos. Una criatura es un ser creado por la divinidad, marcado por el aura trascendente de la inmortalidad. Consuelo Trujillo, Borja Maestre son demiurgos que nos invitan a un viaje circular de creación y destrucción, de amor y desencuentro, de búsqueda de identidad.

Dos seres, dos, en una dualidad de monólogos dialogantes, se expresan, danzan, gimen, se desnudan, nos interrogan en un trayecto en el que cargan con la simbología de toda una humanidad doliente y arman las bases de un nuevo universo inventado a partir de la magia de la palabra vibrante, sentida, creadora. Hay toques de distintas generaciones: el 27, los novísimos, sensibilidad transatlántica, panteísmo, sabores a Whitman y un recorrido por las antologías vitales de nuestros intérpretes. Las miradas son limpias y primigenias, preparadas para el choque con la experiencia, con el descubrimiento que las hará profundamente más sabias, aunque con la turbidez de una agitación no soñada.

Sin pudor presenciamos algo en lo que nos reconocemos, momentos tan privados que son ya universales, escenas de intimidad conmovedora, silencios tonantes, latidos y respiración. Cuando las voces y las manos de Consuelo y Borja, ya amigos y hermanos, un poco más nosotros mismos, nos acarician, sabemos que su universo ya no es sólo suyo. Lo que presentimos lo han hecho nuestro, el descubrimiento de una eternidad en cada sílaba, la fugacidad del tiempo terrenal, la serenidad ante el parpadeo fugaz de la vida.

Toda antología es forzosamente personal y goza, o padece, de servidumbres autobiográficas. En este caso, Andrés Waksman se suma en un triunvirato de versos triunfantes. Se notan distintas voces en un coro unitario, se aprecia sabiduría en los acentos de una creación diversa. Las músicas enriquecen tanta pincelada, rellenan las grietas y conmueven y ligan con plasticidad un montaje con riesgo salvado de fragmentario.

La poesía ha recorrido distintas etapas; desde “para la inmensa minoría” hasta “necesaria como el pan de cada día”; desde un ejercicio de funambulismo esteticista hasta la pureza del monosílabo. Aquí paladeamos poesía, de verdad, sin adjetivos, con la autenticidad de dos cuerpos que también son los nuestros, con la expresión de lo que no nos atrevemos a decir, con el amor a toda la creación.