Dramaturgia
Jaime Ballesteros

Dirección
Jaime Ballesteros

Endemismos universales.

    La Compañía Mujer en Obras defiende este montaje ganador de dos premios Max en su última convocatoria. Javier Ballesteros se pone al frente de la dirección y la dramaturgia y presenta un escenario blanco y diáfano con rasgos de balneario aséptico al que se retiran mujeres en busca de una maternidad no lograda.

    El silbato de un tren da la salida y Fernanda, la mosca en este vaso de leche escénico, desencadena el conflicto y pone en marcha la maquinaria de la acción. Se plantean temas universales como la integridad del ser humano, la dicotomía entre lo individual y el bien superior o la intervención en la naturaleza y sus procesos. El lenguaje es ágil en su retórica, se incluye el verso en diálogos y no se disimulan herencias del teatro clásico (griego y Siglo de Oro), de la picaresca y de los evidentes y explícitos fondo y forma lorquianos (Yerma y Bernarda Alba)… Se recurre a excesos bizarros en las reflexiones y hasta la escatología tiene su lugar en este entomológico estudio de seres en su insectario. Estos territorios extremos son campo abonado para el humor en expresiones y situaciones que los personajes en su cápsula hermética no captan; humor gamberramente incorrecto, pero eficaz, contra ismos contemporáneos.

    El formidable reparto, con una excelsa María Jáimez como polémica abeja reina, se desdobla en dualidades y da cabida a distintas escenas con diferentes papeles. El vestuario es neutro una vez asumido el simbolismo cromático, con el cabello como elemento distintivo de las caracterizaciones. El escenario, muy abierto en su hermetismo, facilita salidas y entradas con los cortinajes periféricos y la micropiscina central como sede de la acción. La iluminación y el sonido son discretos y funcionales.

    En esta comedia de enredo nada inocente y terrible desarrollo, se habitan todos los rincones del alma humana y, bajo el velo de la ficción teatral, se sugieren acciones y omisiones de palabra y obra con los tintes tóxicos de las sociedades aisladas. Es, con la poderosa arma de la sonrisa, una apuesta circular en la que un silbido final de tren aparece de nuevo y marca el fin de este disparate en el que la inocencia no existe ni en la pureza de los espíritus simples. Excesos tan reales como el pensamiento o el deseo.

Lo mejor:

Las interpretaciones y el tono extremo

Lo peor:

El riesgo de que se te congele la sonrisa.