MACBETH
Autor
William Shakespeare
Dirección
Victor Conde y Amaya Galeote
Producción artística:
Gabriela Cortés
La atemporalidad de una bestia.
El Teatro Soho Club, en plena Plaza de España, frente al homenaje en piedra a Cervantes y Don Quijote, encarna un espíritu renovador y libertario en su acercamiento al hecho teatral. Shakespeare aterriza de nuevo en este acogedor Madrid con su secreter como equipaje de mano para que lo abramos una vez más y adoptemos una distinta aproximación a su universal mensaje. Víctor Conde, con experiencia en el mundo escénico y la experimentación en su ideario, toma el timón de la dirección artística de esta nueva sala y se atreve con Macbeth. Aún se recuerda vívidamente el concepto de teatro próximo de salas icónicas como “La casa de la portera” o “La pensión de las pulgas”: aforo muy reducido y cercanía incluso agresiva. En la Biblioteca de este teatro, con las sillas alineadas alrededor del espacio central, se intenta el milagro dramático cada noche con un concepto nada alejado de esos precedentes.
El teatro en Madrid ya se ha ocupado profusamente de abordar a Shakespeare y su universo isabelino desde todos los puntos posibles: ha habido versiones de un refinado purismo clásico y actualizaciones iconoclastas de este hito/mito que sobrevive y todavía goza de buena salud.
Desde un recurso que ya el mismo autor incorporó en creaciones suyas, el teatro dentro del teatro, se plantea una noche electoral en la que los personajes se van descontextualizando y sumergiendo en otros, narradores del drama que, accidentalmente, ha caído en sus manos. Macbeth significa poder y ambición en una esfera en la que los personajes se ven abocados a un destino inevitable, ya anunciado mediante la incorporación de lo oculto en un plano mágico.
En la biblioteca de este nuevo espacio escénico se desarrolla la acción y se desencadena mucha energía, tal vez excesiva ante las dimensiones y las características físicas del mismo. Se incorporan elementos contemporáneos y el espectador desciende a los infiernos de ese final sentenciado.
El reparto se introduce con entusiasmo en esta orgía a veces descontrolada. Sus personajes no han sido caracterizados ni diferenciados en este juego de peones en el tablero de la dominación. El abandono del primer nivel de realidad brinda momentos brillantes en su ejecución, aunque tal vez inconexos.
El sonido es agresivo en su volumen y contribuye, esperemos que conscientemente, al ya conocido “sound and fury”. La iluminación es eficaz y su activación parcial permite el desplazamiento de los distintos focos de atención sin excesivas rupturas. Inteligente es el uso de las sombras y el contraluz para incluir el universo de lo inconsciente. El vestuario, finalmente, es adecuado para los fines pretendidos.
Interesante como propuesta, se desdibuja el contexto/pretexto (noche electoral en una sede del poder) para discurrir hacia la lectura dramatizada de un texto. Se logra esforzadamente la suspensión de la incredulidad y, por encima de todo, sobrevive la eternidad de Shakespeare.
Lo mejor:
El espacio y el trabajo actoral
Lo peor:
La excusa debería ser parte de la historia y no un esbozo hueco.
Reparto:
Miriam Marcet
Miquel García
Alba Loureiro
Jorge Cabrera
Laura Barba
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