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Del 23 de marzo al 1 de abril del 2017
Íñigo Guardamino es un niño grandote al que le gusta jugar: con sus fantasías, con el lector/espectador y con un mundo cuyas sinapsis no son siempre evidentes. Con mirada profética nos lanza realidades aparentemente ilógicas e inconexas para, tras retorcerlas y amasarlas, presentarnos planos superiores de comprensión. En el universo de ideas en el que se mueve con comodidad, hay elementos comunes: su atracción por el lejano oriente, el culto a la personalidad, el casi litúrgico e hipnótico sometimiento en pugna con la libertad del deseo y un ecumenismo en el que somos menos dispares de lo que creíamos.
En esta propuesta y tras otro título de literalidad imposible, juega con el humor para, una vez desarmada la resistencia, penetrar en nuestra estructura profunda y dominarnos. El humor es carnalmente excesivo, subconsciente, identitario, en una verbacidad que requiere más tiempo y sosiego para su comprensión. Juega con diversas escenas, con distintos hilos argumentales, con una prosa intelectual e íntimamente poética en cuya diversidad de registros está la clave de nuestra identificación.
Natalia Díaz, Sara Moraleda y Rodrigo Saénz de Heredia encarnan una complejidad de personajes cuya comprensión no siempre es sencilla pero que ellos saben llevar a su terreno para construir arquetipos de amorfos sociales que esconden muchas sombras detrás de la sonrisa que provocan. Aunque también percibimos contraproducente una dirección demasiado preocupada en focalizar la atención en el texto, que es entendible porque realmente es lo mejor de esta función, en detrimento de una agilidad escénica que se ve plagada de continuos coitos interruptus a base de flashes estructurales que ralentizan la acción.
En este montaje, con una escenografía repetitiva, gris e incómoda, en apoyo al eterno dilema individuo/sociedad, la diversidad reside en los papeles y la trama argumental. Distintos lenguajes y voces enriquecen/complican esta creación de un Íñigo que crece y, como sus personajes, transita con sus ciclos vitales en pos de otra obra completa, aportando mayor lirismo, más poesía, a un mundo que necesita distancia, sosiego y silencio.
En definitiva, una obra recomendable para catadores de maridajes que se salen del convencionalismo, para necesitados de palabras empapadas de inteligencia y sarcasmo o para todos aquellos espectadores que no se conformen con las manidas funciones que te lo dan todo mascado. Iñigo Guardamino juega en otra liga desde sus inicios así que allá tú si decides quedarte acomodado en lo de siempre o dar el salto y atravesar el espejo.
REPARTO
Natalia Díaz, Sara Moraleda y Rodrigo Saénz de Heredia.
TEXTO Y DIRECCIÓN
Iñigo Guardamino
AYUDANTE DE DIRECCIÓN
Pablo Martínez Bravo
ESCENOGRAFÍA
Alessio Meloni (AAPEE)
AYUDANTE DE ESCENOGRAFÍA
Paola De Diego
DISEÑO DE VESTUARIO
Pierpaoloalvaro
DISEÑO DE ILUMINACIÓN
Pedro Guerrero
REALIZACIÓN DE SUELO
Neo escenografía
FOTOGRAFÍA
Carmen Prieto
MÚSICA
David Ordinas
CANCIONES
David Ordinas (música) e Iñigo Guardamino (letra)
ESPACIO SONORO
María José Pazos
VOZ EN OFF
David García Vázquez, Crismar López, Elena Rayos, David Ordinas, Sara Luesma.
MOVIMIENTO CORPORAL
Ksenia Guinea
DISEÑO GRÁFICO
Andrés Sansierra
VÍDEO
Una Moneda Para Rodar
COMUNICACIÓN
Lemon Press
Una producción de La Caja Negra Teatro
Agradecimientos: FIBGAR y Neo Escenografía[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][/vc_column][/vc_row]