No siempre somos conscientes de nuestra función como espectadores; de hecho, la mayoría de las veces nos limitamos a ocupar un espacio, disfrutar de un espectáculo y volver a casa esperando la próxima cita con el mundo de la cultura. Es cierto que de vez en cuando necesitamos una simple evasión y es sano buscarla y disfrutarla pero todo aquel que se atreve a cruzar el umbral de La Puerta Estrecha, ya sea por mera casualidad o de una manera intencionada, se adentra en una forma distinta, muy real y completamente visceral de vivir el teatro. Siempre dejan huella y, esta vez, marcada a fuego lento.
Estrenada en 2013 y tras recorrer varias salas, desembarca en este teatro «Fuente Ovejuna (Ensayo desde la violencia)». Una adaptación de Antonio Sansano y Cesar Barló sobre el clásico de Lope de Vega que se apoya en la fuerza interpretativa de cinco actores (Juan Carlos Arráez, Alberto Gómez, Beatriz Llorente , Luna Paredes y Sergio Torres) que nos amarran desde el primer momento y ya no dejan escapar su presa nunca y cuando digo nunca es nunca, porque de forma mental y etérea permanecemos eternamente envueltos en su dialéctica, ya que la propuesta dirigida por Cesar Barló nos abre ventanas cuajadas de realidad.
Toda la obra es un inmenso trabajo físico que golpea en nuestras consciencias a base de oratoria y adrenalina con cada músculo tensado de los actores, cada respiración agitada, los golpes, las carreras, los sonidos y esas miradas que hablan de tú a tú. Ya lo deja muy claro Juan cuando se asoma por el primero de los agujeros atemporales : «Ustedes son el argumento. Esta obra es el prólogo de un argumento. Es el prólogo de sus costumbres. El prólogo de sus acciones. El prólogo de su ocio.» Y nos dejamos arrastrar por las pasiones y truculencias de este pueblo sometido a un cruel tirano.
Perfectamente entendibles esas vendas que visten muñecas y puños de los actores como si se movieran en un ring, que sueltan golpes y embestidas morales entre verso y verso de Laurencia y Frondoso. Sufrimos con la crueldad del Comendador ávido de una presa que se le escapa y en la que acabará vertiendo la peor de las venganzas ante su desprecio. Y Luna nos abre las carnes cuando sentencia: «La Justicia se dejó la balanza en la alacena».
Somos testigos del dolor y el despertar de una masa, espejo de realidades, que, a través de la voz de Esteban y antes de que la oscuridad lo inunde todo nos reclama : «Respondedme ¿Hay alguno de vosotros que no esté lastimado de honra y vida? ¿No os lamentáis los unos de los otros? Pues si ya la tenéis perdida ¿a qué aguardáis?» Y todo se funde en negro.
Es entonces, en los instantes de esa oscuridad, cuando comprendes que no eres un simple espectador, que no puedes ser un simple espectador.
No podía haber elegido mejor momento La Puerta Estrecha para reponer esta producción de AlmaVivaTeatro. Ahora que se amordaza, se asfixia y se procede al desmantelamiento (todo muy soterrado, por supuesto) de estos pequeños espacios que son matriz y germen del teatro más auténtico y sacrificado. El esfuerzo de las salas, el trabajo impagable de actores, directores y todos los implicados en este tipo de montajes, junto a la pasión desbordada de nuevos creadores cada vez más conocidos por el público, se ven atenazados por burocracias obsoletas. Y, sin embargo, es ahora cuando son necesarias más contención del personal y más inteligencia para solventar tanto conflicto. En otro momento de la función Bea nos escupe : «Siempre me produjo náuseas la necedad de las hordas justicieras». Hay que mantener la calma sin dejarse embaucar por las zorras de siempre que nos ofrecen sus emponzoñados racimos de uvas ni por los cantos de sirenas de lobos envueltos en pieles de cordero.
Era una alegría ver la sala llena hasta los topes y con un público tan variado. Si amáis y sentís el teatro como algo vivo y necesario no podéis perdeos este diamante de talla labrada y engarce fino que se ofrece en estuche humilde . Nos sentimos orgullosos del teatro que se hace en esta ciudad, pero Madrid necesita respirar. Ahora más que nunca, todos somos «Fuente Ovejuna».
Gracias, Cesar Barló .
Hacía mucho que no visitaba vuestro blog, pero la obra de Lope llamó vivamente mi atención (deformación profesional) y me ha agradado vuestra crónica, tanto que la he compartido en google+.
Un saludo