La Ola es una obra que nos hace reflexionar y esta reflexión nos puede llevar a distintas conclusiones. Por eso este comentario es el producto de mi reflexión.
Esta obra tiene su origen en un experimento realizado en un centro escolar americano en el año 1967. Sobre los hechos que tuvieron lugar como consecuencia de dicho experimento se realizó, en el año2008, una película alemana que traslada la acción a la propia Alemania, por lo que la película quiérase o no está presente en la opinión de muchos espectadores.
El efectismo del experimento en la película se encuentra en que en un país, donde apenas unas decenas de años antes, había protagonizado uno de los episodios colectivo más ignominioso de la historia de la humanidad, es capaz de volverlo a repetir a través de un experimento escolar. Esa capacidad de olvido nos sobrecoge.
En la obra de teatro el país cambia, pero la capacidad de olvido se manifiesta con la misma fuerza. Vemos en la segunda parte de la representación como el experimento termina en un fracaso material para los chicos, pero también, y eso es lo importante, resulta un fracaso de los objetivos que el profesor se había planteado alcanzar. Es decir, que los chicos fueran capaces de sentir, experimentar ellos mismos ejercitando el poder del grupo sobre los demás el resultado de la ignominia contra la que lucharon sus padres, y de esta forma, viviéndola, fueran capaces de rechazarla conscientemente. Pero el profesor no es capaz de desmontar el experimento pieza a pieza para liberar a sus alumnos, y que a través de la experiencia sintieran el rechazo a esa página de la historia, sino que su actitud les lleva a sentirse engañados, traicionados, y a la pregunta que le hace la chica judía: “¿Y ahora qué?”, su respuesta no es otra que destruir el pasado, alimentar el olvido.
Es muy inquietante como en uno de los finales más evidentes de los últimos que hemos podido ver, se produce el silencio de los espectadores durante unos largos segundos hasta que irrumpen los aplausos. Pienso que esto se produce por ese final que quisiéramos otro, porque ese nos lleva irremediablemente a repetir la historia, a no haber sido capaces de asimilar lo que ésta continuamente nos enseña.
Me gustó la interpretación. La verdad es que con este elenco de actores jóvenes el futuro está asegurado. Tengo que decir, no obstante que mis ojos se prendieron de Carolina Herrera, desde que supe que era la novicia de Cerda, y no pude desprenderlos de ella.
También es de resaltar el texto. Desnudo, sin artificios literarios. Eficaz en su cometido de plantearnos la vulnerabilidad de unos jóvenes manipulables desde sus propios códigos de lenguaje.
Custodio Domínguez Unica.
(Colaborador e integrante de Tragycom)
La verdad es que fue bastante sorprendente el desfase entre el final de la obra y los aplausos merecidos del público y creo que influyó también la intensidad de la segunda parte con respecto a la primera. Tanto que seguramente tuvimos que respirar un par de veces con normalidad antes de ponernos con ello. Aunque casi todos sabíamos el final, no sabíamos como lo iban a llevarlo a término y eso nos encogió el corazón.
La contribución del joven rebelde – Javier Ballesteros – para mi fue la más emotiva ya que supo representar el cambio desde un chico listo y pasota a un aventado con ojos enloquecidos por la emoción de sentirse importante.
Rocío (Tragycom)