EUROPA SE DESANGRA
Nada de lo que escribe Íñigo Guardamino deja indiferente a nadie. Su sólida formación cultural y las insólitas conexiones neuronales de su cerebro le facilitan la creación de universos lógicos dentro de la imposibilidad espacio-temporal en su planteamiento.
En una síntesis contemporánea del mundo clásico, integra mitología, alta historia y devenir anónimo de seres que forman la masa social de un siglo vertiginoso. Con un texto de humor que desarma todos los prejuicios y resistencias, se atreve a conducirnos por recovecos y laberintos para alcanzar, con estupor y tensión, la meta luminosa, la dura comprensión de un planeta, su diacronía, su indigesta situación y los peligros que nublan la deriva de su incierto futuro; nada se escapa: los populismos y nacionalismos excluyentes y absolutistas, los inanes mitos actuales, la emigración; todo ello tiñe el concepto fragmentario de esta obra y lo amalgama con inquietud y desasosiego.
Europa es el campo de batalla de una guerra sin contendientes declarados. Aquí se juegan muchas partidas con lenguajes diferentes, aunque siempre con la perspectiva del organicismo global. Las falsas islas de John Donne (ningún hombre es una isla, algo completo en sí mismo; todo hombre es un fragmento del continente, una parte de un conjunto) son desnudadas en escena para recordarnos el concepto de nave única en la que, en distintas cubiertas y con tarifas varias, viaja la humanidad entera, aunque los de primera no se cansen de abusar de mascletás, turbando el sueño y la seguridad misma de todo el pasaje.
Sara Moraleda, Rodrigo Sáenz de Heredia, Fernando Sainz de la Maza y Gemma Solé son el cuarteto de intérpretes que juegan al intercambio de personajes sin perder un ápice de autenticidad y sin darnos tregua en esta sucesión de bombas inclementes dirigidas al hipocentro de nuestra conciencia. Arropados y rodeados por una escenografía a cargo de Alessio Meloni, ya licenciado en atrapar esencias en espacios mínimos que reflejan perfectamente el espíritu de la obra. Pier Paolo Alvaro los adecua a cada situación con diseños sobrios y prácticos que permiten al espectador fijar la atención en lo más importante de este montaje, la palabra.
Es hipnótico el despliegue de su verbacidad, especialmente si viene cargada de contenido sincero para, con su eficacia proverbial, sacudir conciencias y cuerpos. Nada es fácil en este teatro de ficciones imposiblemente posibles que descubre relaciones insospechadas y nos adentra en lo más oscuro e ignoto del alma humana. De nuevo, otro seísmo transformador; de nuevo, otra victoria frente al conformismo y la estupidez.
Lo mejor: La capacidad quirúrgica de Guardamino para cauterizar heridas morales con una sonrisa.
Lo peor: El escenario se queda pequeño.
Texto y dirección | Íñigo Guardamino |
Intérpretes | Sara Moraleda, Rodrigo Sáenz de Heredia, Fernando Sainz de la Maza, Gemma Solé |
Ayudante de dirección | Pablo Martínez Bravo |
Escenografía | Alessio Meloni (AAPEE) |
Diseño de vestuario | Pier Paolo Alvaro (AAPEE) |
Diseño de iluminación | Pedro Guerrero |
Fotografía | Carmen Prieto |
Asesora de movimiento | Gemma Solé |
Música | David Ordinas |
Canciones | David Ordinas (música) e Iñigo Guardamino (letra) |
Voz en off | David García Vázquez, Alessio Meloni, David Ordinas |
Espacio Sonoro | María José Pazos |
Comunicación | Lemon Press |
Diseño gráfico | Andrés Sansierra |
Una producción de La Caja Negra Teatro |