El largo camino hacia la luz.

   La Compañía Nacional de Danza recala en las Naves del Español en Matadero, espacio que no visitaba desde 2014, con un programa que, con cuatro códigos diferentes, pretende mostrar su versatilidad en la adaptación a estilos diversos. Joaquín De Luz, su director desde 2019, participa en dos de las cuatro coreografías que se presentan ahora.

   Se inicia este periplo con la última producción, “Morgen;”, que Nacho Duato realizó para la compañía, basada en un poema breve, “Resumé” de Dorothy Parker. Sobre la base de sus ocho versos y la inquietante música de Pedro Alcalde se construye una explícita exploración de las maneras de suicidarse, sus inconvenientes y la opción final. El particular lenguaje corporal y escénico del autor son evidentes en este incómodo, atormentado y oscuro inicio. 

   Kübler-Ross, continuando por el sendero mental, concentra en sus cinco minutos las cinco fases del duelo estudiadas por la psicóloga que presta su nombre. La música de Vivaldi aporta profundidad, lirismo y cierto tono elegíaco a este poético montaje.

   La tercera propuesta, “Swoosh”, constituye un estreno absoluto firmado por Joaquín De Luz. Receptor de la herencia cultural norteamericana, cambia las zapatillas por sneakers e introduce ritmos urbanos, aires de jazz, humor, tono relajado y desenfadado, bailes de salón y un diálogo expresivo entre los cuerpos.

   El triunvirato Mar Aguiló, Pino Alosa y el mismo Joaquín De Luz, tallan la última pata de este banco: “Arriaga”, basada en su música con la repetición de un eje melódico como vehículo para la expresión del movimiento corporal desde un origen clásico y neoclásico hasta registros contemporáneos. 

   Cuatro lenguajes con acentos reconocibles constituyen esta propuesta como escaparate de las posibilidades de la Compañía, tanto técnicas como expresivas. La producción general es variada, rica y digna en vestuario, escenografía y acabado global. Magnífica carta de presentación de un proyecto nacional llamado a representar y acoger el talento dentro y fuera de las cada vez más difusas fronteras.

Lo mejor:

Las capacidades técnicas y expresivas de todos sus componentes.

Lo peor:

La desigual, aunque en general atractiva, selección de coreografías.