Creación
Nacho Cano

Dirección, composición musical y guión
Nacho Cano

El origen del presente.

   En el variado jardín teatral madrileño, nace esta extraña flor. Es peculiar por el riesgo que supone invertir en un proyecto absolutamente español abordando un periodo histórico de hace más de quinientos años. Nacho Cano afronta la titánica labor de levantar toda una superproducción desde la nada con sus exclusivos medios privados y el resultado es técnicamente deslumbrante: sala cómoda y amplia, asombrosa zona de ocio y restauración que permite anticipar y prolongar la fiesta, fácil acceso… ¿Y el musical en sí?

   Un musical nunca pretende ser un tratado científico ni desvelar verdades ocultas. Se intenta explicar la conquista de Méjico con la inclusión de números musicales y coreográficos centrados en las vidas de Hernán Cortés y la Malinche, algo más que su intérprete. Nacho Cano sabe mucho de música y musicales y aquí se nota en su autoría y su dirección: la arquitectura de la obra es correcta y completa, con variedad de escenas cómicas, emotivas, festivas, dramáticas… Existen melodías básicas recurrentes que funcionan bien en sus tonos épico, dramático, intimista y patriótico, creando temas/fuerza pegadizos con valor representativo. El nivel en las voces y la danza es destacado, con un elenco importante en su número y calidad. Se ve con agrado la incorporación de distintos acentos y danzas locales, de España y América. La iluminación y el sonido (en algún momento estruendoso), ambos de un nivel pocas veces alcanzado, junto con los decorados en su creación de ambientes y espacios múltiples, el vestuario y la caracterización toda asombran por el preciosismo del detalle y la fidelidad a las fuentes documentales (admirable ese Moctezuma con sus atuendos, incluido su veraz penacho, basado en el de Viena). Los efectos especiales, con proyecciones, vuelos, elevaciones y movimiento en general enriquecen el universo mítico de ese espacio y ese tiempo. En su contra: una popularización innecesaria de algunos diálogos y momentos concretos de fácil humor grueso de dudoso gusto, poco adecuado para todos los públicos. 

   El tema y el argumento levantan polvareda en periodos de revisionismo histórico y visión politizada de la vida toda en los que se imponen el simplismo cargado de leyenda negra importada, descontextualización y concepción idílica de la América precolombina en el marco general de lo políticamente correcto. Aquí también se paga ese tributo y se identifica a instituciones (Iglesia y poder político) con motivaciones de codicia exclusivamente material.

    En las tres horas que dura el espectáculo se pasa un gran rato, visual y melódicamente hablando. Se recorren distintas emociones, se tararean canciones, se sigue el ritmo (el tono de balada funciona extraordinariamente bien) y se produce la integración en este proyecto tan absoluto en cifras y resultados.

Lo mejor:

La puesta en escena y la calidad general de las actuaciones.

Lo peor:

Pasajes humorísticos que bajan el nivel general y la saturación del sonido en ciertas escenas cumbre.